En Turingia hay un pedazo del muro de Berlín. Los tráilers pasan a su lado cargados de componentes para la fabricación del Opel ADAM y el Corsa. La pieza de hormigón ocupa su lugar en el centro de la planta de Opel en Eisenach como recuerdo de una historia turbulenta: la revolución pacífica de Alemania del Este, la caída del Muro de Berlín, la Reunificación y el comienzo de una nueva era, no solo en Eisenach.
El principio de un viaje en el tiempo
Justo cuando la rueda de la historia daba un giro en noviembre de 1989, un Opel Omega muy especial salía de fábrica: el número 25 millones, un Caravan de seis cilindros en línea con una marcha muy suave y una generosa cilindrada de tres litros bajo su largo capó. Precisamente un motor de seis cilindros como este fue el que convirtió en leyenda al Opel Blitz y al Kapitän. 25 años después de su nacimiento, el Opel número 25 millones se encuentra actualmente aparcado frente al fragmento del muro de Berlín en Eisenach. Junto al clásico, un Corsa de color rojo resplandece al sol poniente. El techo negro brillante y las ruedas oscuras de 16 pulgadas combinan perfectamente con la pintura del Corsa Color Edition. La quinta generación de este superventas acaba de celebrar su estreno mundial en el Salón de París antes de unirse al Omega en Eisenach. Hoy, el Corsa de tres puertas tiene su hogar aquí, en Turingia, el lugar elegido por Opel tras la caída del Muro para continuar la tradición automovilística iniciada por BMW (primero Dixi y, más tarde, BMW 3/15) y la VEB Automobilwerk Eisenach (Wartburg). La caída del Muro hace 25 años permitió a Opel hacerse con una fábrica en Alemania del Este. También en el este, hace 70 años, se perdió otra fábrica de automóviles en Brandenburg an der Havel. Para celebrar el aniversario del Omega, seguiremos sus huellas por cinco estados del este y varios monumentos alemanes, desde su antigua planta en Brandenburgo hasta el lugar del que procede el fragmento de hormigón gris que se puede ver en Eisenach: Berlín.
Desde Turingia hasta Sajonia-Anhalt
Todo aquel que vaya a Eisenach debería visitar también el Castillo de Wartburg, el lugar en el que Lutero tradujo el Nuevo Testamento del griego al alemán para que la gente pudiera no solo leerlo, sino también entenderlo. Las consecuencias de la posterior Reforma todavía se aprecian en todo el país, con una población mayoritariamente católica en el sur de Alemania y otra protestante en el norte. El Omega disfruta de la amplia vista del castillo y el bosque de Turingia de camino a un encuentro muy especial. La autopista 4 conduce este clásico de culto directamente hasta Weimar, la que fuera residencia de los grandes poetas Goethe y Schiller. El viaje no llega hasta su monumento en la Plaza del Teatro, ya que la pareja de clásicos está actualmente emplazada en una zona peatonal, pero Weimar ofrece otros encantos únicos. Como en una ciudad renacentista del norte de Italia, la gente pasea entre fachadas históricas restauradas y abundantes cafés y restaurantes. Weimar es Patrimonio de la Humanidad desde 1998, fue el hogar de los poetas Goethe, Herder, Schiller y Wieland y la ciudad en la que se fundó la Bauhaus y la democracia alemana, puesto que aquí comenzó la República de Weimar con la Asamblea Nacional de 1919.
El viaje continúa desde Turingia hacia Sajonia-Anhalt. En Dessau vuelve a ser tema la Bauhaus de Walter Gropius. En busca de un ambiente liberal, la escuela de arte se trasladó en 1925 a esta ciudad de gobierno socialdemócrata, en parte también motivada y financiada por el fabricante de aviones Hugo Junkers. Creador del primer avión construido en metal, padre del legendario Ju 52, cofundador de Lufthansa e inventor de la caldera a gas Junkers, en 1933 fue obligado por los nazis a renunciar a su empresa y falleció en su exilio de Baviera dos años más tarde. Las obras de Junkers también fueron importantes para Opel durante la guerra, pues la empresa se vio obligada a fabricar en Rüsselsheim componentes para el Ju 88 por orden del Ministerio de Armamento. En la actualidad, tanto el edificio restaurado de la Bauhaus como el Museo Tecnológico de Dessau son testimonios fascinantes de la historia contemporánea.
A través del Elba hacia Sajonia
Muchos fabricantes de automóviles alemanes tienen sus raíces en Sajonia. En los Montes Metálicos, más concretamente en las ciudades de Chemnitz, Zschopau y Zwickau, se establecieron las marcas Audi, Horch, DKW y Wanderer, que más adelante se fusionarían para formar Auto Union. También buena parte de la historia de BMW transcurre en Chemnitz tras la fundación de la antigua Rapp-Motorenwerke. Más tarde, la VEB Sachsenring construiría un único modelo, el Trabant, el coche símbolo de la caída del Muro. Hoy, la industria de la automoción está de vuelta en Sajonia: en el tradicional recinto ferial se celebra cada dos años la AMI, la segunda feria del automóvil más importante de Alemania. Y entre la feria y el aeropuerto, BMW y Porsche han ubicado sus modernas plantas tras la caída del Muro. A ellos se ha unido VW con centros en Chemnitz, Zwickau y Dresde. Además, en Sajonia también se abrió paso la revolución pacífica con las manifestaciones de los lunes en Leipzig, a las que se fueron uniendo cada vez más ciudades hasta resultar en el final de la RDA.
En Brandenburg an der Havel
En la ciudad natal de Vicco von Bülow, más conocido como Loriot, el Omega 3.0i volvió a encontrarse con la historia de Opel. Aquí, en Brandenburg an der Havel, en la orilla sur del canal de Silo y muy próxima a una acería y a la empresa Arado-Flugzeugwerke, se construyó en 1935, en tan solo 190 días, la planta de Opel en Brandenburgo. Pese a la rapidez de las obras, los edificios son ultra modernos, cómodos y muy luminosos y están dotados de grandes ventanales claramente inspirados en la arquitectura de la Bauhaus. Aquí se fabricó el camión Opel Blitz con un motor de 2,5 litros y seis cilindros en línea. El modelo más vendido fue el Blitz S de tres toneladas, del que se fabricaron un total de 82 356 unidades. El Omega busca el último rayo de Brandenburgo sin darse cuenta de que lo tiene delante: una solitaria caseta de transformador vigilando un enorme terreno yermo. En las paredes de la caseta hay rayos de Opel pintados artísticamente. Un terreno despoblado, el rayo de Opel… ¿será este el lugar en el que estuvo ubicada la planta, bombardeada en 1944 y desmantelada al terminar la guerra? El enigma se resuelve en el cercano Museo de la Industria.
Rüdiger Nausch trabajó durante muchos años en la siderurgia y se dedica ahora a hacer de guía por las gigantescas naves del museo: “El terreno de Opel está a la venta. Nunca fue expropiado en tiempos de la RDA, así que, tras la caída del Muro, Opel pudo haber construido allí una nueva planta”. Nausch conoce perfectamente la historia industrial de la ciudad de Havel y cuenta acerca de la quiebra de la marca Brennabor en 1933 y lo que ocurrió con las fábricas de Arado: “Hoy, ZF tiene aquí 1200 empleados que fabrican cajas de cambio para toda la industria automovilística”. Esta industria también se ha establecido en el centro de recogida de residuos construido recientemente. En él se utiliza un nuevo método para fabricar distintos tipos de plásticos reciclados que luego se emplearán en la fabricación del ADAM y el Corsa en Eisenach. Pero Rüdiger Nausch tiene otra sorpresa preparada para el Omega. Continúa adentrándose en las oscuras naves de la antigua acería y ¡ahí está!: el último Opel Blitz del canal de Silo que todavía funciona. Un camión de tres toneladas de color marrón, restaurado por los empleados de ABM y financiado por la Asociación de Amigos del museo. El Omega se queda absorto por unos instantes ante su antepasado. Un seis cilindros frente a otro seis cilindros. Una enorme plataforma en el uno, un gigantesco portón trasero en el otro. El nombre “Opel Blitz” en la imponente parrilla delantera del camión y el logotipo de Opel con el rayo en el aerodinámico Omega.
Berlín, Berlín, nos vamos a Berlín
Von Brandenburg an der Havel ist es nur noch ein Katzensprung nach Berlin. Vorbei an Potsdam und dem Alten Fritz, die Heerstraße durch Spandau entlang bis in die pulsierende City. Hier muss man heute schon nach den letzten Überbleibseln der deutsch-deutschen Teilung suchen: East Side Gallery und Checkpoint Charlie sind dem Omega nach der langen Zeitreise zu touristisch. Also steuert der Caravan als letztes Ziel die Bernauer Straße an. Nirgends schnitt der Eiserne Vorhang brutaler ins Fleisch der Stadt, teilte Häuser in ihrer Mitte und Familien in Ost- und Westberliner. Hier stehen noch heute Reste der Berliner Mauer im Originalgrau ohne lustige Graffitis; Stahlpfosten markieren ihren weiteren Verlauf. Die von rostenden, blutroten Stahlwänden umgebene Gedenkstätte erinnert an die mindestens 138 Maueropfer. Der Omega hält kurz an einem Haus, auf dem ein Wandbild den Beginn des Mauerbaus 1961 zeigt. Darunter sind auf kleineren Reproduktionen endlose Trabi-Kolonnen vor dem Grenzübergang an der Bernauer Straße und tränenreiche Jubelszenen von 1989 zu sehen. „Mein Geburtsjahr“, denkt der Omega stolz und macht sich auf die Rückreise nach Rüsselsheim.