Estamos en 1964. En Bonn, la capital de la joven República Federal, el canciller Ludwig Erhard está ocupado con el milagro económico alemán; en Oslo, Martin Luther King recibe el Premio Nobel de la Paz y en Rüsselsheim se fabrica por primera vez un trío legendario: el Kapitän, el Admiral y el Diplomat. Los nombres ya lo dejaban claro: la sencillez es otra cosa. La serie “K-A-D” de Opel se convirtió en el emblema de una categoría superior que despertó el asombro de los expertos.
Con unas imponentes dimensiones de casi 5 metros de largo y más de 2,8 metros de distancia entre ejes, el Kapitän, el Admiral y el Diplomat destacaban entre los sedanes más señoriales de la época. Pero si su tamaño y su diseño sobrio y elegante siguen convenciendo hoy en día, Opel tampoco escatimó en lo que se refiere a los motores: incluso los modelos básicos del Kapitän y del Admiral estaban equipados con 6 cilindros en línea, igual que su predecesor directo, el Opel Kapitän 2,6.
Y no olvidemos al nuevo jefe del clan: el Diplomat. Equipado de serie con 8 cilindros de 4,6 litros bajo su enorme capó, el modelo estrella de Opel cobró rápidamente impulso. Un año más tarde, primero con el Diplomat coupé y después también con el sedán, se invertiría definitivamente la jerarquía en las autopistas alemanas. Con un potente motor de 230 CV, 8 cilindros y 5,4 litros, el Diplomat alcanzaba los 200 km/h, una velocidad sin precedentes en la década de los 60. En comparación, el Kadett A, el modelo más pequeño de la gama Opel en aquel tiempo, solo conseguía alcanzar los 120 km/h después de mucho rodaje y paciencia.
Para los estándares de la época, la gama alta de Opel ofrecía prestaciones de auténtico lujo: elevalunas eléctricos, aire acondicionado, dirección asistida y, como sumun del confort, transmisión automática. Por aquel entonces, los cambios de marcha apenas interesaban. Por una simple razón: se utilizaban muy poco. Con tan solo dos marchas, el convertidor actuaba certeramente sobre el par motor del V8, mientras que la primera marcha solo se necesitaba para arrancar.
La profunda impresión causada por el sedán de lujo queda reflejada en un informe de la época. Reinhard Seiffert escribió lo siguiente en la revista alemana auto, motor und sport: “En algunos tramos de la autopista el Diplomat superó sin esfuerzo los 150 km/h sin proponérnoslo. En el Diplomat se viaja más rápido que en la mayoría de los deportivos duros y ruidosos, sin que haya que ser muy ducho al volante”.
La serie KAD-B, que comenzó a producirse en el año 1969, permitió distinguir más fácilmente el modelo Diplomat de sus hermanos marítimos: los faros delanteros y traseros estaban dispuestos en vertical; en el Kapitän y en el Admiral lo estaban en horizontal. La transmisión automática de tres velocidades y la aerodinámica mejorada consiguieron reducir ligeramente el consumo del elegante sedán, aunque fue en gran medida este punto lo que puso fin a la producción ocho años más tarde. Después de la crisis del petróleo, llegó la hora de los vehículos compactos de menor consumo, y los grandes dinosaurios V8 se jubilaron.
Precios nostálgicos
Aunque la serie K-A-D tenía un precio mucho más atractivo que otros vehículos competidores de la gama alta, resultaba inasequible para la mayoría de la gente. El Diplomat A costaba 17.500 marcos y el exclusivo coupé fabricado por Karmann, 25.500 DM. Comparando: en aquel tiempo se podía tener un Kadett A por unos 5.200 DM. Por cierto, el precio de la gasolina en aquel entonces era el equivalente a 29 céntimos el litro, y el salario medio venía a ser aproximadamente de 350 euros.
Inversión
Afortunados aquellos que pudieran permitirse hace años un Kapitän, Admiral o Diplomat y lo hayan conservado. Su valor se ha incrementado notablemente: un modelo en buen estado puede alcanzar actualmente un precio de 20.000 euros o más. En concreto, el Diplomat A Coupé puede llegar a triplicar su precio de venta inicial, si es que todavía queda alguno.
Al servicio del Gobierno
La versión larga del Opel Diplomat B hacía honor a su nombre: con una distancia entre ejes ampliada en 15 centímetros, un interior más espacioso y portaestandartes en el guardabarros delantero, se utilizó como lujosa limusina con chófer en el distrito gubernamental de Bonn.
Ya ha habido otro coche de carreras basado en el Astra que ha pisado el asfalto. En el Salón Internacional del Automóvil 2001, Opel presentó el Astra OPC X-treme Concept, un prototipo en rojo sangre con puertas de mariposa y motor V8, pero este descendiente del Astra V8 coupé del Campeonato Alemán de Turismos fue una pieza única.